Amabilitat

El otro día estaba a punto de entrar en un supermercado y vi como la cajera le decía a un adolescente como vosotros que no podía entrar sin mascarilla. Él le dijo que se la había olvidado y se quedó parado en la puerta con cara de decepción. Le pregunté qué necesitaba y se lo compré yo. Cuando al salir se lo di, su sonrisa de agradecimiento me llenó el corazón. Al instante, supe que este sería el tema de esta semana: la amabilidad.

Hoy os quiero hablar de los gestos o actos de amabilidad.

Cada vez hay más estudios que demuestran que amabilidad y felicidad están relacionadas. Ser amables y generosos nos hace sentir bien, valiosos, con conciencia de nuestras suertes, potencia nuestra autoestima, nos vincula a los demás y mejora nuestras relaciones.

También hace que nos distraigamos de nuestros problemas o de nuestro malestar y que luego los afrontamos de una manera más positiva.

Hoy os propongo que practicamos la amabilidad. De rebote, estaremos cultivando nuestra propia felicidad.

1. Tres un día.

2. Ese día tienes que hacer cinco actos de amabilidad diferentes que vayan más allá de lo que haces normalmente.

Planifícalos. No importa si los actos son pequeños o grandes, pero sí es importante que sean variados y ayuden a diferentes personas. Los beneficiarios de estos actos no tienen ni para saber que has hecho algo amable para ellos.

También es importante que lo que hagas no suponga una carga o malestar para ti ni una obligación. Si no, no te sentirás bien.

Puedes ayudar a un amigo a hacer algo, dar un par de euros a una ONG que tenga unos objetivos en los que creas, ayudar a alguien que va cargado por la calle, escribir una nota de agradecimiento, llamar a una persona que sabes que agradecerá tu llamada, cocinar un pastel para alguien, sonreír y saludar a una persona con quien normalmente no hablas...

3. Después de cada acto o por la noche antes de acostarse, escribe lo que has hecho. Si quieres, puedes añadir como te has sentido.

¿Nos lo contarás?