Febrero 21, 2025

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Agenda cultural, deportiva y actividades

El Museo de Arte Contemporáneo de Eivissa (MACE) inaugurará este sábado, a las 12 horas, la séptima edición de la exposición Focus, que incluirá la muestra ‘Saturnalibus optimo dierum’ del artista Nico Munuera.

“El MACE expresa a la ciudadanía con estas exposiciones su proyección y evolución de manera continua. Las narrativas siempre individuales de estas nuevas obras que cada año se van integrando en nuestra colección, significan y hacen referencia a la complejidad de los tiempos que vivimos, permitiendo que cada una de ellas sea en sí misma una oportunidad para que podamos abrir la conciencia, permitir el crecimiento personal y explorar de manera más completa el terrero artístico de sus autores, en la creencia de que el arte ayuda a vivir con la incertidumbre. A su vez, es nuestra intención trazar vínculos de relación y diálogos abiertos entre estas nuevas obras con las que ya están, siempre desde el mayor respeto a las diferencias y a la pluralidad, pero buscando los contextos inteligibles para que finalmente la colección tenga sentido. Y desde luego queremos que todo esto sea útil a las personas y a la comunidad social y escolar, a las que dedicamos nuestra función marcadamente didáctica”, ha explicado la direcora del MACE, Elena Ruiz.

En esta ocasión, el museo se ha planteado un cambio respecto a las anteriores ediciones de MACE FOCUS. Ese cambio consiste en desplegar las obras de los artistas invitados por todas las salas del museo, permitiendo que en la Sala de Armas se aloje una mayor y más extensa muestra de uno de ellos, en este caso Nico Munuera, y situando las demás en zonas de intersección con las colecciones y los distintos espacios y sus respectivas poéticas. Las obras de Irene de Andrés Idea. Donde nada ocurre y Heaven. Donde nada ocurre, estarán instaladas en la planta 1 y en la terraza, incidiendo en la memoria del lugar y su posición en el espacio, aliándose con él.

Las obras de Albert Pinya estarán instaladas en la planta – 2, próximas al yacimiento arqueológico del subsuelo, dialogando y subvirtiendo sus significados. El dibujo de Christ-Off, cercano a las poéticas del subconsciente estará instalado junto a un círculo de obras afines también en la planta -2. El retrato del pintor Vicent Calbet y sus dos pequeños óleos donados por su compañero Antonio Tomás, se presentarán junto a otra obra del autor de la colección permanente. La pieza de Robert Llimós, donada por David Parcerisas, se presentará en la zona el vestíbulo del museo. Y por último presentaremos también en la entrada el cartel de cabaret realizado por Bartomeu Escandell donado por Concepción Comamala; una rara y exquisita pieza de colección de comienzos del siglo pasado que nos recuerda lo mejor del diseño modernista.

Sobre el artista Nico Munuera (Lorca, 1974), vive y trabaja tanto en Valencia como en Eivissa y sin embargo su obra no ha sido nunca antes expuesta en la isla. Su exquisita actitud de respeto hacia las poéticas de la isla, que lo mantiene en un plano discreto y alejado de los focos, proviene de su posición introspectiva y ciertamente analítica y muy espiritual, que se nutre de un mundo interior previamente abonado por lo retiniano y visual; así la naturaleza en su máxima expresión.

Munuera, que es además escritor, nos habla de su obra y de su vida con sucintas y precisas palabras y apela a ideas de gran coherencia entre pensamiento y forma: “Pintar no es crear. Pintar es unirse a ese fluir que pasa ante nosotros y dejar rastro de esa experiencia sobre el papel” / “La pintura es, más allá de lo que es mostrado” / “La pintura no brota de manera espontánea. No procede mágicamente de nada. Ya estaba ahí antes de llegar nosotros y proseguirá después de nuestra ausencia”. Enrique Juncosa, en su texto titulado Shima / de musgos y arenas escrito con motivo de una exposición de Munuera en la galería MPA en 2020 apunta una dosis de escepticismo en él, que proviene tal vez de su distanciamiento frente a su obra una vez realizada; como si una vez hecha ya no le perteneciera: “…Y ocurre de vez en cuando, solo en la menor de las ocasiones, cuando se da la mayor de las fortunas que, parte de toda esa experiencia de pintar, algo, queda reflejado en un papel que resulta digno de ser mostrado…”

Su pintura transita por campos de color como un susurro, apelando silencios y fugacidades, esencias efímeras de delicada y fluida estructura que están entre el ser y el no ser, de ahí que haga barridos con el pincel que sugieren lo infinito. O que de alguna forma quiera poner de manifiesto el tiempo, como concepto sin principio ni fin:” Lo que se muestra ante nosotros es un tiempo muy concreto en una superficie de dimensiones determinadas”. Munuera conoce el color y experimenta con toda suerte de luces y tonos. Las transparencias sutiles de las muchas capas cromáticas de sus obras, vibran con matices enormemente sensibles en nuestra caja de resonancia, apelando la reminiscencia y el bagaje cultural tanto occidental como de oriente: “Llevo mucho tiempo interesado, fascinado o simplemente seducido por Oriente”. Me resulta imposible no ver las pinturas de Nico Munuera desde lo interpretativo, a pesar de ser, como nuevamente apunta Juncosa, la suya es una obra de “naturaleza procesual y conceptual”. Digamos que ambas miradas son posibles y no se estorban. Pero cómo no evocar un atardecer y la línea encendida del horizonte, en la serie Torii o el baile de las aguas del mar y los peces y algas, en las fugaces apariciones de color de la serie Ross Island. En su texto escrito para su última y reciente exposición en MPA, Munera dice;” A cada golpe de mirada la pintura se amolda en nosotros en el aquí y el ahora. …La pintura siempre es un presente absoluto. Una experiencia única, ligada a la fugacidad del tiempo…Una emoción y entendimiento absolutamente intransferible, donde cada cual solo recibirá aquello justamente que es capaz de absorber”.

Sobre la muestra ‘Saturnalibus optimo dierum’

El poeta romano Catulo (s.I a.C) define las Saturnales como “el mejor de los días”. Lo categórico de la definición es un recordatorio de lo lejos que estamos ya de los ciclos agrarios, importándonos muy poco todo fenómeno natural, salvo que este sea de tal envergadura que altere o arrase nuestra abrigada y cómoda vida urbana.

Estas festividades, que celebraban el solsticio de invierno, honraban al dios Saturno no sólo por su asociación al ciclo agrícola (sembrados y cosechas) sino por el triunfo de la luz, sin la cual toda vida es imposible. No en vano, la festividad cristiana de Santa Lucía, asociada también a la luz y a los ojos, se sitúa también a mediados de mes, y es aprovechada por el refranero popular para recordarnos lo esencial; que “por Santa Lucía, acorta la noche y alarga el día”. El mejor de los días es una reminiscencia hoy de un pasado en donde cultura y agricultura estaban fuertemente emparentadas.

La fuerza del símbolo saturnal, tiene gran contenido metafórico y se puede hacer extensible a toda fuerza productiva o generadora de ciclos de renovación y fertilidad. De ahí que, al hacer coincidir esta exposición en ese momento de crecimiento de las horas de luz, cuando ya algunos amaneceres nos traen los aires premonitorios del mañana, proyectamos nuestro deseo de ir hacia el esplendor de lo germinal; permitiendo que ese viaje sea en compañía y guía de las pinturas de Nico Munuera, pues en gran medida poseen algo de gran despertar; una suerte de conciencia abierta a lo bello y a lo sublime a través de lo emocional. De ahí que el espectador de sus obras se comporte frente a ellas con un silencio casi ritual, como ocurre con las obras de algunos de sus predecesores que vale la pena evocar aquí, llámense Mark Rothko, Gerhard Richter o Juan Uslé, por ejemplo.